La almohada acompaña a mi cara hasta la calle. El bostezo se hace diálogo, mientras el sol dormido no aparece en la mañana nublada. Los pasos son lentos y cortos. La gente camina torpe y con cara de pocos amigos. La sensación de haber trasnochado se siente. El lunes se hace difícil.
Hay por ahí quien dice que solo es cuestión de “arrancar” el día y que después todo fluye, que todo se hace más llevadero, casi como un tobogán. Pienso en eso, trato de adaptarlo a mi mente y de creerme esa idea, pero pisar una baldosa floja y mojarme la piernita izquierda es algo demasiado terrible como para lucubrar una sonrisa cálida, casi caribeña y con un poco de carnaval. Así, (concluyo) se hace difícil encarar la jornada diurna de una manera positiva.
El día es frío, el subte un horno.
Pierna mojada.
Tengo puesto: campera, sweater, camisa, remera, gorro, guantes (¿dónde me los meto?).
Veamos, necesito música urgente, eso es, buscar algo que me distraiga de las gotas de transpiración, veamos que hay....mmm....no, no, no, esto es muy rock, esto es muy triste, ahá, esto puede ser, claro, ¡cómo no se me ocurrió, claro que si!, ahora, exacto, capaz, en una de esas...el día se transforme en un tobogán.
Pongo play.
Solo restan doce estaciones para llegar.
foto: manu