Y finalmente, luego de vivir varias décadas, después de comprender las normas de la sociedad, de llevar a cabo cada línea indicada de forma taxativa, de lograr poseer las características necesarias para conformar un estereotipo funcional incubado en milenios de evolución, luego de eso, después de todo aquello, una persona llamada Artemio o Jorgelina (o cualquier nombre que se quiera imaginar), deja de existir sin más preámbulos ni variantes que pudieran alterar la mecánica natural propia de su existencia, de la nuestra.
Parece que fue blanco o negro. Invariablemente judío, católico, budista, agnóstico, o del Islam. Siendo un ser racional se diferenció entre altos, bajos, rubios, morochos, pelirrojos, pelados, con lunares, gordos y flacos. En su constante interacción social prefirió no saludar a otro igual pero homosexual y (aparentemente) afeminado.
Entre la heterosexualidad, la odiada “homo” y la inexplicable “bi”, entre ser activo por ley, rechazar lo pasivo o la híbrida ambigüedad. Observó con mirada rencorosa a aquellos enfermos que anhelaban cambiarse de sexo, o los travestidos que ocultaban su verdadero sexo.
Buscó siempre ser inteligente (por lo menos aparentarlo), excluyó de su círculo al defectuoso e inservible, al analfabeto y al de bajo nivel adquisitivo
Diferenció antagónicamente al hombre de la mujer, a la mujer del hombre.
Defendió su nacionalidad perpetua y exclusiva.
Excluyó a los pueblos originarios de sus tierras.
Recordó siempre la necesidad de poseer un falo enorme o de presumir unos senos grandiosos.
Supuso, supuso y mucho, como muchos, todos.
Ahora es arena, tierra, viento, como muchos, todos.
Parece que fue blanco o negro. Invariablemente judío, católico, budista, agnóstico, o del Islam. Siendo un ser racional se diferenció entre altos, bajos, rubios, morochos, pelirrojos, pelados, con lunares, gordos y flacos. En su constante interacción social prefirió no saludar a otro igual pero homosexual y (aparentemente) afeminado.
Entre la heterosexualidad, la odiada “homo” y la inexplicable “bi”, entre ser activo por ley, rechazar lo pasivo o la híbrida ambigüedad. Observó con mirada rencorosa a aquellos enfermos que anhelaban cambiarse de sexo, o los travestidos que ocultaban su verdadero sexo.
Buscó siempre ser inteligente (por lo menos aparentarlo), excluyó de su círculo al defectuoso e inservible, al analfabeto y al de bajo nivel adquisitivo
Diferenció antagónicamente al hombre de la mujer, a la mujer del hombre.
Defendió su nacionalidad perpetua y exclusiva.
Excluyó a los pueblos originarios de sus tierras.
Recordó siempre la necesidad de poseer un falo enorme o de presumir unos senos grandiosos.
Supuso, supuso y mucho, como muchos, todos.
Ahora es arena, tierra, viento, como muchos, todos.
foto: manu