El punto es punto, algo diminuto y primitivo. Imagina entonces organizarse, unir voluntades y conformar una magnánima recta, miles de rectas, muchas paralelas, otras no tanto. A lo lejos, algunas rectas se irán cruzando y millones de años más tarde se formará un triángulo, los puntos quedarán atónitos. Las figuras geométricas marcarán un antes y un después, se vivirá una época dorada, se crearán cuadrados, pentágonos, hexágonos, octágonos, luego, claro, se desarrollarán las variantes como rectángulos, rombos, trapecios, paralelogramos. Los puntos sentirán que todo lo pueden, intentarán exprimir los límites de la evolución, buscando alcanzar aquello nunca visto.
Un punto australiano declarará que uniendo las voluntades de quince millones cuatrocientos treinta mil setecientos cuarenta y ocho puntos se podría formar lo que él denominó “the perfect circle”. Dicha teoría generará una lucha sin precedentes, el mundo se dividirá en dos facciones: oriente y occidente. La disputa por ser los primeros en lograr ese afamado círculo generará guerras macabras y la pérdida de un ideal de evolución. La “involución”, como la llamará un punto filosófico con forma de huevo, catapultará y enceguecerá lo construido, denotando ese afán compulsivo, soberbio y sin escrúpulos tantas veces escondido en cuadrados adornados con rombos amarillos.
El círculo perfecto perderá importancia cuando desde Luxemburgo se construya el primer hexaedro regular (coloquialmente llamado “cubo”), dicho suceso inhóspito y fenomenal, forjará el comienzo de lo tridimensional o de la llamada “época moderna”, y el deseo inexorable de llegar a la luna, de tocar ese ente redondo tantas veces añorado desde el plano.
Pero todo se irá al demonio. La evolución, que luego involucionará (como hemos visto), generando tragedias, exterminios, golpes de estado, torturas cobardes, para luego, si, intentar construir un ideal de cambio y lograrlo en parte. Nacerá una nueva, era denominada “el romanticismo”, la misma planteará la vida de otra manera, con un sentimiento de libertad, el individualismo, la naturaleza. Surgirán preguntas "¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos?", todo parecerá pequeño, sin sentido, fulminante razonamiento que catapultará aquellos antiguos ideales circulares, generando un desbalanceo que desarmará al mundo, se suscitarán choques culturales, se marcarán hondas diferencias, se perderá la unión, la ingenuidad.
Un punto australiano declarará que uniendo las voluntades de quince millones cuatrocientos treinta mil setecientos cuarenta y ocho puntos se podría formar lo que él denominó “the perfect circle”. Dicha teoría generará una lucha sin precedentes, el mundo se dividirá en dos facciones: oriente y occidente. La disputa por ser los primeros en lograr ese afamado círculo generará guerras macabras y la pérdida de un ideal de evolución. La “involución”, como la llamará un punto filosófico con forma de huevo, catapultará y enceguecerá lo construido, denotando ese afán compulsivo, soberbio y sin escrúpulos tantas veces escondido en cuadrados adornados con rombos amarillos.
El círculo perfecto perderá importancia cuando desde Luxemburgo se construya el primer hexaedro regular (coloquialmente llamado “cubo”), dicho suceso inhóspito y fenomenal, forjará el comienzo de lo tridimensional o de la llamada “época moderna”, y el deseo inexorable de llegar a la luna, de tocar ese ente redondo tantas veces añorado desde el plano.
Pero todo se irá al demonio. La evolución, que luego involucionará (como hemos visto), generando tragedias, exterminios, golpes de estado, torturas cobardes, para luego, si, intentar construir un ideal de cambio y lograrlo en parte. Nacerá una nueva, era denominada “el romanticismo”, la misma planteará la vida de otra manera, con un sentimiento de libertad, el individualismo, la naturaleza. Surgirán preguntas "¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos?", todo parecerá pequeño, sin sentido, fulminante razonamiento que catapultará aquellos antiguos ideales circulares, generando un desbalanceo que desarmará al mundo, se suscitarán choques culturales, se marcarán hondas diferencias, se perderá la unión, la ingenuidad.
Delirio, maquinación.
Se esfumará aquel primer sueño,
comenzará la deformidad,
y el inevitable punto final.
comenzará la deformidad,
y el inevitable punto final.
dibujo: manu