El telón se abre y descubre un nuevo escenario.
Si uno pudiera observar ese escenario, esa nueva imagen, aquel primer instante, y poder unirlo con la mente, para luego imaginarlo, escribirlo, desearlo, tocarlo y cantarlo.
Si uno pudiera observar ese escenario, esa nueva imagen, aquel primer instante, y poder unirlo con la mente, para luego imaginarlo, escribirlo, desearlo, tocarlo y cantarlo.
Si uno pudiera abrir el telón, y observar todos los detalles, de aquello que es, de lo que parece, de lo que será, no será, quizá, tal vez, no y si. Si uno pudiera recrearlo a la perfección e imaginarlo sin límites, sin censuras, sin ecuaciones, sin lógica y sin saberes subjetivos que quieran convertirse en absolutos. Encantador sería escribirlo todo en unas páginas, para luego convertirlo en un libro, para simplificarlo más tarde y terminar eligiendo una estrofa, después una sola frase y concluir en una palabra, resaltarla y escribirla en la pared del comedor.
Si uno pudiera abrir ese telón y descubrir toda la imagen. Si se pudiera tocar eso que se ve, insertarse en ello, caminar por ese puente y sentir como fluyen aquellos pensamientos que aparecen cuando no se puede dormir. Si uno pudiera cantar aquello que se percibe muy tenuemente, aquello que parece escucharse al caminar por una calle empedrada cuando el sol quiere ocultarse.
El telón se abre, un nuevo año se acomoda en el banquito azul para conversar con nosotros.
Pueden traer café, la charla viene para largo.
El telón se abre, un nuevo año se acomoda en el banquito azul para conversar con nosotros.
Pueden traer café, la charla viene para largo.
foto: manu