el telón


El telón se abre y descubre un nuevo escenario.

Si uno pudiera observar ese escenario, esa nueva imagen, aquel primer instante, y poder unirlo con la mente, para luego imaginarlo, escribirlo, desearlo, tocarlo y cantarlo.

Si uno pudiera abrir el telón, y observar todos los detalles, de aquello que es, de lo que parece, de lo que será, no será, quizá, tal vez, no y si. Si uno pudiera recrearlo a la perfección e imaginarlo sin límites, sin censuras, sin ecuaciones, sin lógica y sin saberes subjetivos que quieran convertirse en absolutos. Encantador sería escribirlo todo en unas páginas, para luego convertirlo en un libro, para simplificarlo más tarde y terminar eligiendo una estrofa, después una sola frase y concluir en una palabra, resaltarla y escribirla en la pared del comedor.

Si uno pudiera abrir ese telón y descubrir toda la imagen. Si se pudiera tocar eso que se ve, insertarse en ello, caminar por ese puente y sentir como fluyen aquellos pensamientos que aparecen cuando no se puede dormir. Si uno pudiera cantar aquello que se percibe muy tenuemente, aquello que parece escucharse al caminar por una calle empedrada cuando el sol quiere ocultarse.

El telón se abre, un nuevo año se acomoda en el banquito azul para conversar con nosotros.

Pueden traer café, la charla viene para largo.


foto: manu

en realidad


Ella toca la guitarra, él la acompaña con atractivos aplausos, luego ríe con ganas, después la mira con cariño, inmediatamente corre la vista, se vuelve ajeno, se pierde en otras miradas, la de aquella, la del prójimo, otras. Sus ojos vuelven a la guitarra, aplaude con ritmo y sonríe con aparente gracia. Parece suyo.

La imagen del momento parece real, pero se camufla con tintes de ficción, predominan matices grises, la imagen se torna defectuosa, con manchas, rayas y un pulgar fuera de foco. La realidad es opaca, se arruga, la imagen se corrompe, dando pie al sincericidio.

Entonces ella observa como él aplaude de forma macabra, luego sonríe con ironía, después la mira con lástima, inmediatamente corre la vista, se vuelve ajeno, se pierde en otras miradas, la de aquella, la del prójimo, otras. Sus ojos se centran en la cerveza, aplaude por compromiso y luego se cambia de lugar. Es de otras, de nadie.

La imagen del momento es real o demasiado real. La cuestión es cruda, fría y sin frazadas, dando pie a la imaginación, algo que no sea real, algo que (necesariamente) no guarde relación con lo anterior.

Entonces la melodía es buena, la letra rima. Ella toca la guitarra con entusiasmo, él la acompaña con una sonrisa, la observa y canta el estribillo; aquella aplaude, el prójimo y los otros cantan la canción. Es suyo (todo).


Parece que es feliz.


La imagen se escurre, se va, se fue.


La realidad vuelve,
y una escena se desarrolla:


Alguien prende la luz

-alguien-

no distingue quien.



foto: manu