ojitos de lunes (*)


La almohada acompaña a mi cara hasta la calle. El bostezo se hace diálogo, mientras el sol dormido no aparece en la mañana nublada. Los pasos son lentos y cortos. La gente camina torpe y con cara de pocos amigos. La sensación de haber trasnochado se siente. El lunes se hace difícil.

Hay por ahí quien dice que solo es cuestión de “arrancar” el día y que después todo fluye, que todo se hace más llevadero, casi como un tobogán. Pienso en eso, trato de adaptarlo a mi mente y de creerme esa idea, pero pisar una baldosa floja y mojarme la piernita izquierda es algo demasiado terrible como para lucubrar una sonrisa cálida, casi caribeña y con un poco de carnaval. Así, (concluyo) se hace difícil encarar la jornada diurna de una manera positiva.

El día es frío, el subte un horno.

Pierna mojada.

Tengo puesto: campera, sweater, camisa, remera, gorro, guantes (¿dónde me los meto?).

Veamos, necesito música urgente, eso es, buscar algo que me distraiga de las gotas de transpiración, veamos que hay....mmm....no, no, no, esto es muy rock, esto es muy triste, ahá, esto puede ser, claro, ¡cómo no se me ocurrió, claro que si!, ahora, exacto, capaz, en una de esas...el día se transforme en un tobogán.

Pongo play.







Solo restan doce estaciones para llegar.



foto: manu

burbuja escapatoria


El tipo corre, corre mucho. No vislumbra detenerse en ningún momento. No afloja, no mira nada, solo sigue su camino, su mundo burbuja.

De pronto, sorpresivamente, se frena. Toma un poco agua, pispea algo por ahí, no le presta mucha atención, toma un poco más, se saca la traspiración de los ojos, se moja la cabeza, resopla acelerado, busca un poco de aire y termina apoyado contra un árbol.

Elonga sus piernas cargadas por el esfuerzo, mira de reojo, presta un poco más de atención, toma un poco de agua, y un poco más. Deja de mirar de reojo.

Mira abiertamente.

Observa con toda atención y también trata de escuchar. Se le pasa por la mente decir algo pero no lo hace, trata de pensar que podría decir, sigue observando, el ruido crece, piensa, piensa.

Alguien murmura.

El tipo no abre la boca. Se siente observado. Gira sobre su eje y mira a su alrededor. Observa los detalles y el gris invariable. Se sorprende de las rejas y de las paredes precarias. Le piden limosna y lo tocan. Escucha sus voces heridas, percibe la impaciencia que sufren. Junta tristeza. Trata de mirar el cielo, se pone en puntitas de pie, pero el humo existente todo lo tapa.

Cierra los ojos, siente el olor, oye el ruido.

Existe un instante...

...abre los ojos, mira todo y quiere gritar con fuerzas, pero no lo hace. Larga una lágrima, siente impotencia, siente rabia, no hay manera de ayudarlos.

No quiere mirar más, no quiere sentir sus penas, no quiere seguir escuchando, no quiere darse cuenta.

Toma agua...

y sigue corriendo.


foto: lucho

velocity


La zapatilla vuela, vuela alto y muere resignada contra la pared del comedor, dejando una marca notoria y evitable.

Es un decir, es un mirar, es una brisa, es un segundo, es una coma, es tomar aire...eso es lo que uno tarda en sacarse el pantalón.

Las medias, las medias son otro tema. Capaz uno se resbale al sacárselas y termine internado. A veces se hacen como un nudo y se quedan agarraditas al tobillo sin querer soltarlo. No es sencillo.

Si se tiene un buzo, es conveniente que tenga cierre, logrando así un desvestir con un poco de ritmo (casi sensual) y menor torpeza. No es conveniente utilizar vestimenta con botones, se vuelven un enemigo.

Sobre la remera, es un tema, aconsejo no usar. La cuestión es que dada la vehemencia con la que uno se suele sacar dicha vestimenta se puede, sin querer, golpear a la otra persona dejándola inconsciente.

Del bóxer, solo decir que es bueno tener uno decente. Como para denotar un cierto cuidado íntimo.



PD: es conveniente pispear si la otra persona también se desviste, no es bueno quedar demasiado en offside. A veces tener velocidad en este arte es totalmente contraproducente.

foto: manu

piernas dormidas


No se puede hacer nada, mi seudo arte de escribir no aparece. Existe una hoja A4 bien planchadita que mata la espera juntando mugre. No hay movimientos, no hay letras, no hay palabras. No hay un saludo, ni siquiera un adiós chiquito. No hay un besito en la mejilla o una tacita de café. Tampoco aparece un llamado que te despierte el apetito o un despertador que tenga un sonido agradable. Existe un relajamiento. No hay respuestas. Hay una mirada que me observa con ganas de decirme algo y hay una mano que anda cerca de mi rostro pero a cientos de kilómetros.

Soñé que un rulo me enrulaba la vista y me dejaba tocar lo imaginario. Soñé, también, que una sombra le hablaba a la mía, que se hacían amigas y que se tomaban la noche de franco para irse de levante.

Tengo un saco viejo que me gusta pero que me queda chico. Tengo unas zapatillas que me encantan pero están para el tacho y hay un paraguas que me anda torcido. Hay un viento que se queja del frío y que me recuerda que no tengo que escribir.

Me gustaría escribir una cosa cortita. Por el momento tengo espuma. Me gustaría titular algo como “piernas dormidas” o “brazos cruzados”, quizá todo junto, no lo sé.


-¿Qué hace cuando no puede escribir?
-Pienso.
-¿Algo en particular?
-No.



foto: manu