abstracción


No hay tristeza, tampoco resignación, ni siquiera dolor, sólo una realidad.

La música se escucha desde lejos, un piano (tal vez). Hay voces que se cruzan, van y vienen. Susurros.

Existen miradas que se asoman, algunas conocidas, otras curiosas. Existe un escenario que se achica (cada vez más), hasta convertirse en una cajita de zapatos, que luego se cerrará hasta dejarnos a oscuras.

Uno intenta gritar, pero sólo se percibe silencio, nadie escucha. El grito atragantado contamina al cuerpo, una sensación angustiante que taladra la cabeza y sensibiliza los ojos.

Algo sucede, pero no se entiende.


Mientras tanto el tiempo continúa su andar inmutable.


Se intenta cerrar los ojos, olvidar esta pesadilla, recordar algún momento colorido, pensar en otra cosa, saciar esta oscuridad, este silencio.


“El cielo es celeste, ninguna nube oculta al sol. El día es hermoso.”


Uno golpea las paredes, se asfixia, luego rasguña, después sangra.


Los días pasan, uno se queda quieto y se producen cambios.

Uno se transforma en un ente opaco, sin luz, sin palabras, ni sensaciones. Una visión extraña nos cambia la perspectiva. Existe una sensación peculiar que se palpita con más fuerza. Se genera (paulatinamente) una mentalidad y una idea que excede a la que alguna vez se pensó tener. No existe lo normal, lo explicable o lo terrenal. Uno siente que levita, que lo que afecta no afecta, lo que transcurre no transcurre. Todo lo anterior parece ínfimo. Todo lo vivido parece una cosa pequeña. Existe un pensamiento exorbitante, un saber nunca conocido, una sensación que excede al cuerpo, una visión que va más allá de lo imaginable.

Posteriormente uno comienza a entender vagamente lo que está sucediendo y eso genera temor.

Se comprenden hechos y situaciones imposibles de saber. Se logra sentir lo que sufre el otro, lo que necesita, sus temores, su felicidad y añoranzas. Uno entiende la vida, uno la entiende mejor que muchos, que tantos otros, que los demás.

El tiempo pasa, y se va comprendiendo de donde proviene este saber. Uno empieza a darse cuenta de por qué siente tanto aire y tan poca tierra. Se vislumbra la razón de esta abstracción profunda y constante.

Después de un tiempo (meses, años, décadas), uno logra aceptar que en ese grito atragantado, en esa palabra que nadie escucha, en esa lejanía, en esa anormalidad, se esconde una explicación.

Y mientras la eternidad transcurre, mientras la gente continúa con su vida, mientras la música se escucha desde lejos y las voces son solamente susurros, mientras todo aquello sucede, uno finalmente se sincera, ya lo sabe, no tiene sentido ocultarlo.


Uno ya no está aquí,
ha dejado de existir.

-

Ha muerto.



foto: manu